Un mundo lleno de violines

El mundo de Jean-Pierre Faivre está lleno de violines. O mejor dicho, su estudio. 27 instrumentes cuelgan pulcramente alineados en una pared, suspendidos de cables de acero.

Con sus 44 años es el único luthier de Mallorca. "Hay algunas tiendas que hacen reparaciones" dice el francés que llegó a Mallorca hace siete años. Pero sólo él construye violines. Hace 20 años que ejerce esta profesión. Su taller se encuentra casi enfrente del Conservatorio de Palma.

Tarda entre dos a cuatro semanas hasta terminar un violín. La tapa siempre es de madera de pino, el fondo de madera de arce. Para que se pueda utilizar, la madera debe tener entre 25 y 30 años. Faivre la compra en Francia y también en Canadá. En este trabajo se requiere precisión. Cuando el luthier junta y encola las mitades de madera para la tapa, todo tiene que encajar a la perfección, ya que en el caso contrario, el instrumento se rompería por la tensión de las cuerdas. Al principio, el futuro instrumento se compone de bloques de madera. Faivre los talla y los acepilla hasta que finalmente han adquirido su forma típica, hasta conseguir la curvatura y el grosor correctos. Finalmente, según la tradición de los luthiers, marca a fuego su nombre en el interior de la madera: Jean-Pierre Faivre. El precio de una de estas piezas oscila entre los 7.000 y los 15.000 Euros.

¿Cómo sabe que el violín sonará bien después de terminar su trabajo? "Soy luthier con mucha experiencia y soy músico" responde escuetamente. Y aún así, en su vida privada no se dedica en absoluto a los instrumentos de cuerda, sino que toca la batería.

En algunos momentos, Faivre ama especialmente su profesión. Es cuando llegan clientes que traen un violín antiguo. Casi es como un juego para el maestro determinar a la primera el país de procedencia y la edad del violín. Con el tiempo ha ganado tanta fama que incluso propietarios de violines residentes en la península le vienen a ver a Mallorca. Por ejemplo, hace algún tiempo, llegó un matrimonio de Barcelona para que dictaminara sobre un violín del legendario italiano Antonio Stradivari (1644-1737).

Traían todos los documentos que probaban la compra regular del valioso instrumento. Pero en todo el mundo se conservan sólo unos 650 a 700 instrumentos originales de Stradivari, cuyo valor alcanza millones. Tras un sólo vistazo, el especialista Faivre dictaminó: "Es un instrumento bonito. Pero no es una Stradivarius. Este violín procede de Francia." Fueron los detalles de elaboración del cuerpo de resonancia que le hicieron llegar a un pronunciamiento tan determinado.

Pero no siempre Faivre se ve obligado a decepcionar a sus clientes como en este caso. Le encanta reparar instrumentos dañados - tanto violines como violas, violoncelos y contrabajos - y "devolverles su vida musical", cómo dice él. A veces se trata de reparaciones de envergadura, por ejemplo cuando hay que tapar un agujero hecho por los ratones mientras que el instrumento estaba guardado en una buhardilla. A veces son sólo pequeñas cosas, como cambiar el puente o colocar cerdas nuevas en un arco.Ciertamente, esta "prolongación de la mano" representa toda una ciencia. Las cerdas del arco consisten de pelos de crin de caballo. Naturalmente no de cualquier pelo, sino sólo del pelo de la cola de los animales machos. Eso tiene su buena razón: "El macho orina hacia delante", explica el experto, "la yegua hacia atrás.“ El ácido úrico hace que estos pelos sean totalmente inservibles para el luthier. El material procede de caballos salvajes de Mongolia. Un kilo de pelo de caballo cuesta unos 800 Euros. El pelo gris se utiliza para arcos de violín, el negro para arcos de contrabajo.

¿Suenan mejor los violines antiguos que los nuevos? "En la mayoría de los casos, sí" dice Faivre. "Cuanto más antigua sea la madera, mejor sonará." Pero aún así, a veces hay sorpresas. Así, una clienta se había comprado un violín que sonaba bien. La felicidad duró dos años, después se acabó. "El violín, que por cierto no lo había construido yo, dejó de sonar bien. Estas cosas pueden pasar, y no tienen explicación. Pero precisamente eso es lo que me gusta de esta profesión. No se puede controlar todo hasta el último detalle."

 

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