Arrastreros del Puerto de Andratx

El encanto y carácter de este genuino puerto de pesca sigue sorprendiendo a quien lo visita por primera vez. ¿Por qué? Retomando las palabras de un visitante reciente, “es una experiencia visual y puedes tocarlo, olerlo y sentir su energía.

Deambular a lo largo de los bares del puerto, donde los pescadores intercambian historias, pisar sus redes y detenerse para ver sus barcos gastados por el tiempo, con sus cubiertas espartanas y sus placas de arrastre, que arañan, rastrillan y saquean indiscriminadamente el fondo marino.

Para coincidir con la llegada de los arrastreros, los camiones frigoríficos que llegan desde los mercados municipales de Palma esperan en el puerto para cargar cajas de pescado recién capturado, como por ejemplo raya, lenguado, besugo, salmonete, merluza, sardinas, pejesapo, gallo y, a veces, el impresionante pez espada.

Otro método particularmente ingenioso que los pescadores de Andratx utilizan para atraer a sus presas es colocar unas plataformas flotantes unos pocos kilómetros mar adentro, para dar sombra a una superficie en la que la sabrosa dorada se congregará.

La pesca de bajura practicada por las familias de Andratx ha continuado a lo largo de generaciones y, por supuesto, siempre hay una historia interesante que contar, como la bomba de 50 cm arrastrada y traída a puerto a la espera de ser desactivada por los artificieros, el arrastrero que se incendió y se hundió o la gran ballena blanca que se enamoró de un viejo barco de madera y que poco le faltó para acabar en el fondo del mar a causa de los requerimientos sentimentales de la ballena.

Para proteger el litoral de la sobreexplotación, las autoridades han restringido las actividades de los arrastreros a un máximo de doce horas al día. Ocho años antes el límite de pesca era de dieciséis horas.

Hace menos de 100 años, los pescadores de Andratx vivían en el pueblo de Andratx, a unos 4 kilómetros tierra adentro. En el puerto de Andratx sólo amarraban los barcos. En aquellos tiempos los pescadores tenían miedo de los piratas norteafricanos que amenazaban la costa tras finalizar la ocupación árabe de la isla.

Todos los años, a mediados de julio, se celebran las festividades de la Virgen del Carmen. Al atardecer, una flotilla de barcos sale del puerto en una fanfarria de bocinas, trompetas y sirenas antiniebla, precedida por los arrastreros del puerto engalanados con banderines y con la estatua de la Virgen María abriendo la procesión en el primer arrastrero. De cerca sigue una multitud de embarcaciones de recreo y de pesca repletas hasta la borda, con dignidades eclesiásticas y todos los lugareños que puedan apelotonarse a bordo. Poco después, los barcos retornan al puerto en medio de la algarabía y el alborozo general.

 

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