Un vino propio – una historia de familia. Vinos de Mallorca desde 1790

Carlos Feliu es un viticultor ecologista. No es un bio-viticultor normal, de los que hay varios en Mallorca. No, este enólogo e ingeniero agrónomo de carrera, que no utiliza ni insecticidas, ni herbicidas ni abonos sintéticos, hace que sus clientes se hagan su propio vino – barricas y barricas ...

En su finca de agroturismo Son Dagueta, cerca de Porreras, hay diez hectáreas dedicadas al cultivo de la vid. El 2005 fue un buen año: 23.000 litros de vino fueron el producto de la colecta. En su bodega hay actualmente 67 barricas de 225 litros, en las que irá madurando el vino. Pero Feliu únicamente se quedará con 30 barriles para sí y para sus invitados. El resto lo comercializa el cuarentón en el marco de su proyecto "Tú crianza". Funciona así: Si el cliente quiere, puede participar en la vendimia para recolectar las uvas para "sus" caldos. Él propio cliente es quien escoge las variedades de uva, la mezcla, la duración de la maduración en la barrica; él es quien diseña las botellas y las etiquetas. Feliu y su equipo explican los métodos de la producción de vino, se ocupan de todo y le asesoran a uno en todo momento.

En primer lugar cabe decidir qué tipo de uva o uvas querrá el cliente: A elegir entre Cabernet Sauvignon, Syrah, Merlot y la variedad mallorquina Callet, todas de vino tinto. Una vez decidido, hay que elegir el tipo de barrica en la que va a guardarse el "propio". La madera de estas barricas les confiere una nota especial, los enriquece con taninos y los más diversos aromas. En un 70 % las barricas de Feliu son de roble francés ("una madera muy noble que respeta los aromas del vino, sin cubrirlos"). El 30 % restante, de roble americano. Pero también dispone de barricas de maderas de Rumanía, Hungría o de Rusia, a elegir. Aquí manda el cliente. Él es quien decide. Al fin y al cabo es "su" vino.

¿Que cuánto cuesta? Unos 2000 € por cada barrica de 225 litros. A menudo las comparten entre varios amigos. Una partida importante de la factura es, por supuesto, la barrica. Las francesas cuestan unos 650 €, y las americanas unos 500 €. Aunque a partir del segundo año ya se ahorra uno el coste de la barrica, ya que "pueden usarse entre tres y cinco años", nos dice Feliu.

Luego hay que determinar la forma, el tamaño y la calidad del cristal de las botellas, así como el diseño de las etiquetas. De la etiqueta al "dorso" se encarga Feliu: se ocupa de conseguir los pertinentes números del registro e incluso les pone su reseña de "ecológico" a las botellas.

Feliu apuesta por la buena calidad. "Queremos que los vinicultores estén orgullosos de sus productos; que les guste mostrarlos y presentarlos", dice. "De lo contrario, nuestro proyecto no podría tener éxito."

Por ello, parte del concepto es la limitación de la producción de cada vid. "Una planta puede producir entre dos y ocho kilos de uva al año", nos comenta, "pero nosotros únicamente recogemos dos kilos. El resto se corta antes con el fin de que los azúcares, el agua y todos sus componentes se puedan concentrar en los pocos racimos que dejamos."

Feliu, que hable un muy buen inglés, sabe lo que se lleva entre manos. En su finca de Son Dagueta, la vinicultura goza de larga tradición. Ya en 1790 prensaba su familia las en esta misma finca. Aún hoy se encuentran barricas del 1850.

El que quiera primero echar un vistazo a la bodega, antes de convertirse en "vinicultor", será en todo momento cordialmente recibido, e invitado a catar los vinos. Basta una simple llamada